domingo, enero 22, 2017

LA CARTA PERDIDA


En esta alta hora de la noche, mientras las sombras hacen fila delante de mi alma, y el silencio de las calles es una invitación a la tristeza: solo, como siempre, pienso en tu recuerdo. La mágica posibilidad de que tal vez en este momento estés pensando en mí. Pero toda esperanza se va quedando sin sustento, y no estás, y todo está perdido, cada nota de mi alma, como una gota de lluvia, cae en mi soledad. Solo, como un animal enfermo, como los niños que no aprendieron las lecciones, como las hojas muertas. Es como este dolor que no tiene atenuantes, y es la propia esencia de nuestro ser, de este raro destino de haber nacido de pronto, en medio de la eternidad, y apagarnos, también de pronto, como una vela por el viento. Solos, definitivamente estamos solos. Tal vez mi vida cambió cuando no pude verte más. No me diste tiempo, te hubiera explicado con paciencia que ibas a retroceder en tiempo record más de diez años de esfuerzo, trabajo, y amor. O tal vez no. Tal vez cambió cuando de un día al otro me quedé en la miseria, sin trabajo, sin sueños, y sin futuro. O tal vez no. Tal vez mi fracaso fuera anterior a las desgracias. Tal vez venía de una lejana infancia... cargada de tristeza. O tal vez no, tal vez cambió para siempre,  en enero 2016, cuando Vany fue secuestrada por delincuentes de la trata, un jueves a las 20:15, mientras caminaba por la calle junto a su novio Puan. O tal vez no. Tal vez cambió de modo definitivo, cuando vi en Anahí, esa tristeza que no le conocía, con demasiados silencios y no suficientes lágrimas. O tal vez no. Tal vez mi vida cambió sin retorno; cuando, unos pocos días luego de la desaparición de Vany, Muro, junto a su esposa, Isella, murieron víctimas de un asalto, mientras viajaban en el taxi de Mauro. O tal vez no. Tal vez mi vida cambió definitivamente cuando unos días después de la muerte de Mauro y de Isella; Erni, estando en el vivero de Anahí, murió de un accidente. En ese enero maldito. O tal vez no. Tal vez mi vida cambió cuando mamá, murió en un julio 2016, sóla en una cama gritando mi nombre. O tal vez no. Tal vez cambió cuando en un momento de cercanía máxima estuve a punto de contarte estas tristeza y no lo hice y en su lugar inventé algo, porque algo tenía que decir. O tal vez no. Tal vez cada día en 2016 en que preguntabas por Muro o por Vany o por Enri y yo mantenía el ocultamiento temiendo que fuera malo para vos. O tal vez no. Tal fue cuando me preguntabas y te preguntabas por qué ninguno de los tres me acompañaba y vos sí cuando el accidente y la muerte de mamá. Con Anahí muy mal y los tres muertos NADIE PODÍA VENIR PERO ¿cómo decírtelo?. O tal vez no. Tal vez fue cuando te decía en las vacaciones de 2016 que estaba en Punta del Este cuando en verdad estaba de duelo. O tal vez no. Tal vez esta carta está vacía de esperanza. Sin vos, sin mi mamá, sin Vany, sin Enri, sin Maurito, sin lo que fue alguna vez... mi vida. O tal vez no. Tal vez mi vida cambió para siempre cuando el día anterior al bochorno del Gym recibí un llamado comunicándome otra muerte, y tal vez otra vez debí decírtelo, debí decirte que era por eso que estaba mal mi corazón y no por vos, debí decirte que no daba más con mi vida, debí decirte por qué, debí decirte que por eso me descompuse y debí decirte que quise ir al bar para tomar azúcar pero también para contarte todo. Pero... otra vez no lo hice. Sentí, equivocado, que no ibas a poder sobrellevar tanta tristeza.
Tarde, a la noche, miro la televisión para no pensar o tal vez por pensarme derrotado. Un clima de soledad sacude las paredes. Llueve, mientras en el alma también llueve. Todo lo que tenía sentido ya no lo tiene. Todo está muerto, como Vany, como Enry... como yo mismo.
Ahora llueve, llueve muy fuerte en la ciudad de Buenos Aires, y el alma se aprieta como siempre con la lluvia pero ahora con más dolor. Dijiste que no querías verme más y que no te importaba siquiera como estuviera. Y agregaste que me odiabas, que era manipulador y mentiroso. Y el vago sueño que aún me quedaba de que recordaras que yo te había querido y ayudado tanto; se esfumó en un segundo, como la vida de su mi mamá, la de Vany, la de Maurito.
Cómo se puede vivir estando tan triste, estando tan pobre, estando tan solo. En un instante... podría ganar la libertad.
Desde la noche de la soledad, desde lo que había sido un día luz; me enfrento heroicamente con la amargura... sin éxito alguno. Tomado para siempre por la depresión, por el abandono, por el adiós.
Volví a mirar la oscuridad de la noche, la lluvia en Buenos Aires cada vez más cruda. Tomé un teléfono en mi mano y mandé un par de SMS...
Al leerlos te emocionaste. En el fondo muy hondo de tu alma sabés que no me odiás, que me amás. Y que te había ayudado y te había querido, como nadie más te había ayudado y te había querido en toda tu vida; como ya nadie iba a quererte, como ya nadie te iba a ayudar, y vislumbrabas que todo el enojo y tu propio alejamiento de mí no había sido decisión tuya. Y que ahora era demasiado tarde.
Tarde es la muerte, todo lo demás da tiempo. Pero ¿cómo hacer para salvarte de nuevo, si no querés ser salvada? Me calumniaron y te calumniás, te decís que sos dura e implacable... pero no, no lo sos y te morís por adentro pero de pie... como los árboles que menciona un gran autor, aunque tal vez ya ni siquiera lo sepas y entonces es verdad: es tarde para todo... para que no tenga que ser así, que no tengamos que perdernos para toda la vida. Y pueda seguir ayudándote, como lo hice siempre, a ser feliz. Sólo es preciso que lo intentes. Los sueños son imposibles cuando no se intentan. El resto es el olvido.


LUIS ALBERTO BATTAGLIA

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