martes, julio 27, 2010

[paginantes] RASGUÑOS (artículo) lunes, 26 de julio de 2010, 20:04 De: "Jesús Rodríguez"

RASGUÑOS

Te levantas pausado y desarraigado, y el cuerpo está demasiado magullado como para dar buenos consejos; te levantas mansamente, el suelo impasible, artificial, la gente pasando como insaciables cuervos… Te levantas y uno de tus brazos no desea verse de nuevo en el asfalto, ya que los rasguños producidos por la caída hacen que sea un brazo inservible, un miembro despistado. Pero, pese a todo, te alzas, miras hacia arriba y hacia abajo como un alfil en la beligerancia del tablero: el sol diseña tu silueta de hombre acostumbrado a ir a contra corriente, experto a la hora de boxear día a día contra el insano hábito que tiene el destino de desear abatirte y almorzarte los sesos y el alma ahogada en obsceno éter. Los primeros pasos que consigues dar son aquellos que confirman la lentitud de los actos benévolos; te apoyas en una farola donde alguien pintó anoche en color rojo sangre “María quiere a Julián”; sientes arcadas de vencimiento, de hilo azabache en el estómago; la congoja aprieta, ahora con mayor fuerza, el dolor es todo lo que conoces, es lo que te mantiene con vida, lo que gritó: “¡Muerte!”. Nadie te mira. Tampoco lo necesitas. Hace demasiado tiempo que no necesitas que nadie te mire, que nadie te diga lo que debes hacer para recorrer el camino vital, inherente al ser humano. Las ideas que pasan por tu mente son alucinaciones para la inmensa mayoría de mentes simples que desde el inicio han intentado adoctrinar tus actos, tu pensamiento, tu forma de ver la vida. Te han odiado hasta el punto en que te han borrado de su pasado, de sus clases de piano, de las cenas con corbata y tenedores de plata, de sus jornadas –supuestamente- benéficas en pro de la igualdad en el tercer mundo. Eres sabedor de que estás en tierra de asesinos corrompidos, ciertamente, te encuentras en tierra de monedas que es moralidad y astucia que se utiliza para hacer caer al hermano. El buen Señor se ha percatado desde hace semanas de tu situación, pero, normalmente no levanta sus puños refulgentes casi por nadie, casi por nada que tenga relación con el género humano, tal vez porque es aflicción apadrinar a una panda de desalmados sin escrúpulos. Entonces llega un nuevo pensamiento a tu cabeza: la cita aquella que en muchas ocasiones leíste y asimilaste con sumo gusto justo cuando las fuerzas aseveraban que jamás volverían: “Ningún hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por ser bueno. Sólo podrás conocer la fuerza de un viento tratando de caminar contra él, no dejándote llevar”. Y estas palabras te robustecen, te ayudan a alinear tu cuerpo junto con tu espíritu; luego, en un acto insurgente, miras al cielo con una mueca afilada, levantas tu puño con pujanza y obsequias a todo el que te rodea con un corte de manga terminantemente sádico, para que quede claro que no estás de acuerdo, para que todos sepan que aún no ha llegado tu hora, que el mundo no está en peligro por las malas personas, sino por las buenas personas que –cobardes ellos- no hacen nada para mejorar las cosas.

Alexander Vortice www.opinionvortice.blogspot.com

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