". . . lavada en el río de la vida
mi reluciente melena
brillará para siempre como el oro,
mientras yo vigilo el redil.”
(In Fine del poema "La Noche" de William Blake)
Sueño desnuda
sobre un piano
en el centro
de un verde jardín,
. . . laberinto medieval.
me bajo la luna de abril
en un febrero que quiere
descomponerse el hielo
volverse estío
ser más febril.
me quedo en post data
sin prisas ni dudas
viendo como me superan
todos con sus prisas. . .
en la nariz.
vuelvo al vicio de ser
humo de nadie
según mi conciencia
juzga y ajusta.
y en el edén oblicuo
de éste cigarro,
se me fornica
la boca delirante
de tanto suspiro
injerto en el suspenso.
como silencios de cítaras
en malos trechos,
como nobles amuletos,
como serenos males
al corazón maltrecho.
arrojo con la bocanada
el sino de otras etapas
pisadas por pasar
huellas que inundaron
internos jardines
como imágenes literarias,
sonatas de la noche
a mi atento compás.
y. . .
como buena dama
- dicen las costureras
del destino -
se me escapa
. . . invariable,
un fuego dispuesto
en el cenicero
a inhalar.
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